¿Por qué?
Para fomentar la lectura, la protección de la propiedad intelectual y la industria editorial.
El 23 de abril fue el día elegido porque es una jornada muy simbólica para la literatura mundial porque ese mismo día pero del año 1616 fallecieron Cervantes, Inca Garcilaso de la Vega y Shakespeare y coincide con el nacimiento de Maurice Druon, Haldor K.Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla, Manuel Mejía Vallejo y William Wordsworth.
En España, todo empezó con el rey Alfonso XIII que firmó un Real Decreto el 6 de febrero de 1926 y creo la Fiesta del Libro Español.
La idea original fue de un escritor y editor valenciano, de Vicente Clavel Andrés.
La celebración se hizo muy popular rápidamente en España gracias a las ciudades con sedes universitarias.
Desde Barcelona, por ejemplo, se extendió por toda Cataluña pero se fue diluyendo en su nombre y se juntó con Sant Jordi, que hablaremos más adelante.
Por otra parte, en el mismo Día del Libro, también se conmemora la muerte de Jorge Capadocia que murió el 23 de abril de 303 y es el santo Patrón de países como Etiopía, Bulgaria, Georgia, Inglaterra y Portugal. En España también lo es en Aragón, Cataluña, en Alcoy, Banyeres de Mariola, Cáceres, Golosalvo, Madrigueras, Lucena (Córdoba) y Santurce (Vizcaya).
En Cataluña, es tradición ya el regalo de libros y rosas entre parejas y personas queridas en esa fecha siendo una de las jornadas más celebradas y populares.
Esa costumbre de que el hombre regale una rosa a la mujer se remonta al siglo quince cuando coincidía la Feria de las rosas en Barcelona. El 23 de abril se asistía a la oficiada capilla de Sant Jordi en el Palacio de la Generalitat y se les regalaba una rosa.
La otra costumbre de regalar un libro provino del Real Decreto que aprobó el rey Alfonso XIII cuando declaró en 1926 la Fiesta del libro Español cuya iniciativa vino por el valenciano residente en Barcelona Vicente Clavel Andrés.
En 1929, durante la Exposición Internacional de Barcelona, las librerías colocaron sus estanterías y puestos en las calles y, tal fue el éxito, que decidieron cambiar la fecha del Día del Libro al 23 de abril juntándolo así con Sant Jordi.
